Lejos quedaron aquellas tardes
cuando me perdía en cada rincón de nostalgia.
Lejos quedaron aquellas noches que hablaba
con el lamento ténue de mi guitarra solitaria.
Aquel viejo y agonizante piano
calló por completo y ya no están vacias mis manos.
Me salvaste de morir en vida,
me salvaste del odio impregnado en mis huesos.
Encontré la redención de mis obstinados pasos,
y la salvación ante demonios sucios y amargos.
Me levantaste del lodo
y me dijste "te amo".
Ahora recurro al miedo,
porque recuerdo cuando solía ser despreciable.
Y así, lo único que pido es que nunca encuentres
todos los males que cargaba ocultos en el equipaje.
Solo tu calmaste mis tormentos,
y me alejaste de mundos abominables.
para fermentar vino afrutado y noble.
Me enseñaste a ser libre y fuerte
me enseñaste a ser un hombre.
Andrés Guzmán (agosto 13, 2014)