sangre vieja de cordillera;
fueron tus pies las alas que cruzaban las fronteras,
cerros y montañas caminaron tus pies sin suela.
Las montañas fueron tus parteras,
tu canción de cuna el sonido de carretas
y el viento de la sierra,
tus juguetes el brillo de las estrellas.
Pero la vida no siempre sonríe a las almas buenas,
y el destino te arrebató de aquella tu tierra.
Lejos quedaste de aquellos tus cerros y montes
y por eso te podían ver al lado del camino buscando flores,
entre los zacatales de la ciudad y la capital
iba tu paso sereno en busca de alguna hoja medicinal.
Fuiste noble como la luz de luna llena,
y sutil como la tierra mojada de lluvia fresca.
Ahora que vives en lo eterno y libre de tu encierro,
levanta tus alas de nuevo;
encuentra tu camino a la tierra de tu infancia,
y regresa como una fragancia a sus montes y quebradas.
Aléjate ya de este trago amargo,
de esta vida que te cargó de yugo y dolor,
que allá te esperan en tu pueblo
las carretas,
los cerros, la luna y las estrellas.
los cerros, la luna y las estrellas.
Deja crecer tus raíces allá en la eternidad
que ya nunca te volverán a desterrar.