Olor a mentira


En la verdad de este mundo se ocultan tantas cosas...
atrévete a mirarla a los ojos, sin compasión ni reparos.

Hazlo y  te responderá muy leve y temorosa.
Escucha lo que dice y después dale un vistazo a tu dolor y al mundo.

Verás como todo lo que creías se derrumba.

La verdad duele pero no confunde, sino que ilumina y libera.
Por eso sé que lo que cuentan es una falacia obscura y siniestra.

La historia de biblioteca fue escrita por quienes ganaron las guerras.
Las historias de quienes pelearon causas justas, quemadas en la hoguera.

Escuchamos desde altos podios que llegó la modernidad y justica social
al interpretar ambigüos números de maquilladas encuestas.

Han enseñado a mirar como criminales a los pobres y marginados,
pero siempre habrá indulto si robas teniendo mansión de oro y marmol.

Los hombres que se maten en nombre de dios y luchando guerras de ricos,
pero que no se levanten para defender su futuro ni el de sus hijos.

Todas estas que llaman verdades jamás me hicieron libre,
jamás rompieron mis cadenas.

Lo que dijeron de nuestros orígenes sé que son quimeras,
confusas historias que terminaron encarnadas a nuestra piel
para que no importen ni se recuerden las herencias,
para que tu sangre no invoque la venganza feroz de tu raza vieja.

Sin embargo miré los ojos de la muerte.
y supe sin dudarlo que ella si es verdadera.
La miro en los cadáveres que se amontonan en las aceras
pidiendo justicia a espectadores llenos de morbo, bajeza e indiferencia.

Renuncié a credos ajenos y miré sin prejuicio el sufrimiento y la miseria,
y supe en seguida que el dolor es la única verdad que tenemos y que existe,
ese reino cruel al que todos nos rendimos entre lágrimas y reverencias,
nuestra verdad absoluta y al parecer eterna.

Lo lloran las madres sobre los feretros de la guerra,
y los hombres derrotados ante el hambre y la pobreza.
Lo gritan los niños del abuso,
lo callan los ancianos del abandono.

Lo murmuran estas calles de agonía.
Lo resienten las plegarias que jamás se contestan.

Olor a mentira porque dios se esconde
entre lujos de basilica y comodidades de iglesia.

Olor a mentira porque la transparencia
es tan solo un impreso durante la campaña política.

Olor a mentira porque la derecha y la izquierda
son caudillos distintos con las mismas manos puercas.

Olor a mentira en cada verdad que nos enseñan,
y en cada credo que nos predican.



Andrés Guzmán

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